El ADN ambiental es ADN recogido de muestras ambientales como, por ejemplo, agua de mar.

Estas muestras de agua contienen organismos pequeños como bacterias y fitoplancton, pero también trazas de organismos más grandes, como células, tejidos, o escamas que liberan los peces.

Filtrando varios litros de agua de mar, se pueden recoger estas trazas para analizar su ADN y ver qué especies habitan en una zona determinada.

Esta metodología tiene muchas ventajas:

  1. Es no-invasivo, es decir, que no daña el medio ni requiere muestrear los organismos;
  2. Es objetivo porque no depende de la experiencia en identificación taxonómica;
  3. Es preciso porque puede detectar especies que no se capturan en las redes, por ser poco abundantes, elusivas, etc…
  4. Permite explorar ambientes inaccesibles de manera sencilla.  

Todas estas ventajas hacen que sea un método coste-efectivo muy prometedor para monitorizar el medio marino.

Naiara Rodríguez Ezpeleta nos explica en este vídeo todo lo que necesitamos saber sobre el análisis de ADN ambiental (eDNA en inglés). ¿Cómo se hace? ¿Qué usos se le da? ¿Qué implicaciones tiene para el estudio de las profundidades del océano?

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En cualquier caso, como ocurre con las metodologías innovadoras, esta técnica tiene también sus desafíos y oportunidades de mejora. En primer lugar, hay que tener en cuenta que encontrar ADN de una especie no siempre significa que esa especie haya estado allí (están las posibles fuentes de contaminación, las corrientes, el que pueda estar en el estómago de otra…). Por ello, hace falta interpretar estos resultados dentro de un contexto.

Algo muy importante para los análisis de ADN ambiental son las bases de datos de referencia, ya que, si la secuencia de una especie no está documentada en la base de datos de referencia, no la detectaremos en nuestra muestra, aunque esté.

Por todo ello, hay actualmente muchos desarrollos en curso para mejorar y estandardizar la monitorización del medio marino usando ADN ambiental.

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