El día internacional del consumidor se celebra desde 1962 con la intención de poner en valor el poder de los consumidores y su derecho a disfrutar de un mercado, seguro y sostenible para todos los habitantes del planeta. Este año el tema sobre el que gira la jornada es el problema de la contaminación por plástico.

Los datos no son nada alentadores. Según el informe de Pew Charitable Trusts y SYSTEMIQ llamado Breaking the Plastic Wave y publicado en agosto de 2020 se estima que en 2050 habrá más plásticos que peces en el océano; una cantidad alarmante de tortugas, mamíferos marinos y aves marinas mueren anualmente por la contaminación de plástico de los mares, debido a efectos como la ”pesca fantasma”. Además, como ya han apuntado investigadoras de AZTI en otras ocasiones, cuando estos plásticos llegan a la costa no solo suponen un problema estético y visual sino que además pueden suponer riesgos para las personas usuarias de las playas.

Y no podemos olvidar el peligro de los microplásticos, presentes en todos los mares y océanos desde las zonas polares hasta el ecuador, lo que hace que sea un problema ambiental a escala global. Constituyen una amenaza tanto para la salud humana como para el medio ambiente debido principalmente a su capacidad de acumular compuestos químicos y toxinas.

El impacto de nuestros modelos de consumo

Existe una conciencia cada vez más extendida de que nuestros modelos de consumo tienen un impacto.   Nosotros y nosotras, como personas consumidoras que somos, podemos aportar nuestro GRAN granito de arena en la reducción de la huella ambiental, la mejora del bienestar animal, en paliar las desigualdades sociales o en mejorar nuestro estado de bienestar y salud. ¿Cómo? A través de nuestros comportamientos y decisiones de consumo.

Ahora que disponemos de mucha información que evidencia el impacto de determinados patrones de consumo y que estamos experimentando en primera persona algunas de las consecuencias del cambio climático, es más importante que nunca meditar nuestros comportamientos y decisiones de consumo, y, de esta manera, contribuir al desarrollo sostenible. Y es que, tal y como señala Intermón Oxfam «consumir es un gesto cotidiano que nos da la oportunidad de expresar, reivindicar o actuar socialmente de manera positiva».

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Ciencia e innovación para un consumo más responsable

La ciencia y la innovación son los grandes aliados en esta lucha, ya sea a través de estudios, modelos y predicciones como los mencionados, que ayudan a marcar las pautas de las estrategias a desarrollar para evitar una mayor degradación del medio y concienciar a la población, pero también en la elaboración de nuevos procesos, más eficaces, que reduzcan los desperdicios y disminuyan la huella en la producción.

Por lo tanto, qué podemos hacer desde el consumo para revertir los efectos negativos del plástico sobre el medio ambiente:

Más consejos para un consumo más responsable

Por otro lado, aprovechando un día como hoy , aquí van otra serie de consejos que nos ayudarán a hacer un consumo más responsable y, por lo tanto, a contribuir a una sociedad más íntegra y sostenible:

(1) Reducir el desperdicio alimentario: todos a una tenemos que lograr reducir la cantidad de basura que generamos en los hogares y reciclar más para evitar que gran cantidad de los desperdicios terminen en el vertedero. Podemos planificar, por ejemplo, la compras (en especial de los productos frescos) mediante menús semanales lo que nos ayudará a gestionar mejor la comida para no tener que tirarla.

(2) Hacer un uso más racional del agua: se necesita la implicación de todos para hacer frente al gran derroche de agua que estamos soportando y que afecta negativamente a la sociedad y el planeta.

(3) Mayor consumo de productos locales y de temporada: comprando productos de proximidad apoyamos a los productores locales y acortamos los circuitos de comercialización. Consumiendo alimentos de temporada disfrutaremos al máximo de la calidad sensorial y nutricional de estos productos además de contribuir a generar una menor huella ambiental.

(4) Moderar el consumo de azúcares, grasas saturadas, sal y proteínas animales (con mayor ingesta de alimentos de origen vegetal): un consumo responsable no solamente implica respetar el medioambiente, el bienestar animal o la ética social. También implica que cada uno de nosotros y nosotras debamos responsabilizarnos de adquirir unos hábitos de consumo saludables para velar por nuestra salud individual, que repercutirá sin duda en el bienestar de las personas de nuestro entorno más cercano y de la sociedad en general.

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