MARTA CEBRIÁN. Experta en procesos eficientes y sostenibles. AZTI

Las microalgas están consideradas por muchos expertos como una de las principales fuentes de nutrientes y compuestos activos del futuro, ya que no necesitan terreno cultivable y su productividad es mayor que la de la mayoría de las plantas. Su potencial utilización en el sector alimentario es también enorme. Te lo contamos en este vídeo.

Las microalgas son microorganismos de agua dulce o marina, que crecen utilizando la luz solar y CO2 de manera similar a las plantas. Existen más de 100.000 especies de microalgas, aunque solo se explotan comercialmente unas 200 y, en concreto, en la Unión Europea se permite únicamente el consumo como alimento de una media docena de especies.

Actualmente el mercado de las microalgas es de tan solo unas 7.000 tn anuales, pero se prevé que su crecimiento sea muy elevado en los próximos años. El principal mercado es el de los complementos dietéticos en forma de pastilla de Chlorella o Spirulina, como fuente de proteína, antioxidantes, vitaminas y minerales o la producción de ácidos grasos omega 3 (DHA y EPA).

Sin embargo, el potencial de empleo de las microalgas es enorme, pasando desde su uso como alimento en humanos y en alimentación animal, hasta su empleo como fuente de compuestos de interés en medicina, farmacia, o incluso en aplicaciones medio ambientales como la producción de biodiésel o su uso como sumideros de CO2 o para eliminar nitrógeno y fósforo en aguas residuales.

Existen ya en el mercado diversos alimentos que incorporan las microalgas o algún compuesto derivado, como es el caso de algunas bebidas funcionales, galletas, alimentos infantiles o postres.

En AZTI estamos trabajando en esta línea para tratar de llevar a cabo el desarrollo de sistema de crecimiento de microalgas aprovechando efluentes de proceso de la industria alimentaria como el lactosuero, los zumos caducados o la fracción líquida de las frutas y verduras no comercializadas.

Por otro lado, trabajamos con microalgas que son capaces de crecer también en la oscuridad y sin necesidad de CO2, lo que permite llevar a cabo procesos de fermentación convencional más fácilmente escalables y controlables, con mayores rendimientos.

 

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