Reducir el desperdicio de alimentos es fundamental. Según datos de Eurostat, en la Unión Europea se generan anualmente alrededor de 57 millones de toneladas de residuos alimentarios (127 kg por habitante) con un valor de mercado asociado estimado en 130.000 millones de euros.

Y al coste económico tenemos que sumar el coste medioambiental de la producción alimentaria, ya que la producción de alimentos genera un tercio de las emisiones globales de gases de efecto invernadero.

Si bien es cierto que la mayor parte del despilfarro (53% según algunos estudios) se produce en los hogares, la industria alimentaria puede (y debe) hacer todo el esfuerzo posible para reducir y aprovechar al máximo sus procesos productivos. En este sentido, las iniciativas de economía circular son cada vez más habituales y la valorización de subproductos se ha convertido en solución con mucho potencial.

¿Cómo se puede aprovechar el desperdicio para lograr ingredientes de valor? ¿Qué requisitos tienen que tener esos desperdicios para poder utilizarlos? ¿Cómo se pueden llevar a cabo estos procesos de la forma más sostenible posible?

La respuesta está en la ciencia y hoy la buscamos con David San Martín, investigador del área de procesos eficientes y sostenibles y experto en la valorización de subproductos.

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