CARLOS BALD, investigador en Cadena alimentaria eficiente y sostenible

Ante la previsión de que la población mundial alcance los 9.800 millones de habitantes en 2050, se plantea la siguiente pregunta: ¿cómo alimentar de forma sostenible a este creciente número de bocas? Una parte fundamental de la solución consiste en apostar por la economía azul, que se centra en el uso sostenible de los recursos oceánicos.

Sostenibilidad y cambios en la dieta

Una observación importante es que depender únicamente de fuentes alimentarias terrestres puede no ser factible ni sostenible desde el punto de vista medioambiental. Las pautas alimentarias actuales indican un consumo excesivo de proteínas, sobre todo de carne. Siguiendo las directrices nutricionales, podemos reducir el consumo de carne y pasar a una dieta más equilibrada rica en verduras y productos del mar. Aumentar nuestra ingesta de pescado y marisco, reconocido como una fuente saludable de nutrientes esenciales, puede aliviar la presión sobre la agricultura terrestre y promover al mismo tiempo un sistema alimentario más sostenible.

El potencial de debajo de las olas

Mientras que las capturas de peces salvajes se han estancado, la acuicultura (piscicultura) sigue creciendo rápidamente. En 2020, la acuicultura representaba casi el 49% de la producción mundial de animales acuáticos, una cifra que se espera que aumente hasta el 59% en 2030. En la Unión Europea, la producción acuícola aumentó un 6% de 2011 a 2020 y se prevé que crezca otro 13% para 2030.

Para apoyar este crecimiento, la economía azul se centra en prácticas acuícolas sostenibles y fuentes innovadoras de proteínas acuáticas. Esto incluye la exploración de nuevas especies para el cultivo, la optimización de las cadenas de suministro existentes y la aplicación de una gestión eficaz de la pesca.

Aprendiendo de la agricultura

El cambio climático plantea importantes amenazas a la producción alimentaria marina, al alterar la distribución de las especies y afectar a la acuicultura por la acidificación de los océanos y los fenómenos meteorológicos extremos. Aprender de la agricultura terrestre puede ayudar a mitigar estos riesgos. Por ejemplo, aunque la piscicultura tiene una huella de carbono inferior a la de la cría de otros animales, sigue necesitando una cantidad considerable de piensos, lo que puede tener repercusiones medioambientales.

Optimizando la eficiencia de los piensos y explorando fuentes alternativas de alimentación -como las proteínas vegetales y los subproductos del procesado del pescado- podemos minimizar los residuos y mejorar la sostenibilidad. Innovaciones como los sistemas multitróficos, en los que se crían juntas distintas especies, también pueden reducir el impacto ambiental.

Seguimiento y gestión de los impactos

Para garantizar que las iniciativas de economía azul no dañen los hábitats marinos, es crucial medir y controlar el impacto ambiental de la acuicultura. Herramientas como Envirodigital evalúan la huella ambiental de los productos, identificando las principales áreas de mejora.

Se están realizando esfuerzos para encontrar alternativas sostenibles a los ingredientes de los piensos para peces. Cada vez más, la harina de pescado se obtiene de subproductos del procesado del pescado, lo que permite un uso más eficiente de los recursos y una reducción de los residuos. Además, la exploración de nuevas fuentes, como los peces mesopelágicos, los insectos y los microorganismos, ofrece vías prometedoras para la producción sostenible de proteínas.

Además, se está investigando sobre la posibilidad de añadir a los piensos ingredientes obtenidos a partir de distintos subproductos, como el de la cerveza, como se hizo con el proyecto Life Brewery.

Más allá de la sostenibilidad ambiental

La economía azul también aporta numerosos beneficios más allá de la sostenibilidad. La pesca artesanal y la acuicultura desempeñan un papel vital en la seguridad alimentaria, sobre todo en los países de renta baja, donde el pescado es una fuente primaria de proteínas y micronutrientes. El consumo de pescado es crucial para combatir la anemia y promover el desarrollo cognitivo, sobre todo en poblaciones vulnerables y desde las edades más tempranas.

Además, la diversidad de biomoléculas derivadas de las especies acuáticas puede aprovecharse para diversas aplicaciones, desde la nutrición hasta los bioplásticos y la producción de energía.

Actitud de las personas consumidoras y perspectivas de futuro

La demanda de productos del mar sostenibles por parte de los consumidores va en aumento. Las encuestas revelan que los consumidores reconocen cada vez más los beneficios para la salud y el medio ambiente de los alimentos marinos. Sin embargo, sigue habiendo obstáculos, como las preferencias de sabor, el precio y la necesidad de una mayor transparencia en el abastecimiento de alimentos.

A medida que exploramos las oportunidades sin explotar de la economía azul, se presta especial atención a los métodos de producción innovadores, como el cultivo de proteínas unicelulares y el uso de microorganismos marinos para la producción de nutrientes. El reto consiste en garantizar que estos avances sean económicamente viables y culturalmente aceptados.

Fomentar la producción sostenible de alimentos de origen marino

Para fomentar la producción sostenible de alimentos de origen marino es esencial reforzar las políticas de apoyo a la economía azul. Iniciativas como el Fondo Europeo Marítimo, de Pesca y Acuicultura (FEMP) dan prioridad al desarrollo sostenible de las zonas costeras, mientras que la Estrategia Europea de Proteínas pretende potenciar el papel de la pesca y la acuicultura en la seguridad alimentaria.

En definitiva, la economía azul presenta una oportunidad extraordinaria para proporcionar una nutrición sostenible a las generaciones futuras. Adoptando prácticas innovadoras y dando prioridad a la salud de nuestros océanos, podemos garantizar un sistema alimentario resistente que beneficie tanto a las personas como al planeta.

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