IRENE RUIZ investigadora en Tecnologías marinas y MANUEL GONZÁLEZ investigador principal en el área de Oceanografía operacional

Una batimetría consiste en la medición y representación gráfica de la forma o relieve de superficies subacuáticas. Estas superficies comprenden tanto fondos marinos como fondos de cursos de agua, embalses, etc.

Simplificando un problema más o menos complejo según las dimensiones de la zona, podemos concebir una batimetría aplicada al medio marino como el conjunto de mediciones que parten de una superficie de referencia horizontal (por ejemplo: la superficie del mar) y que llegan hasta el fondo marino.

Mientras que la batimetría mide distancias en zonas sumergidas cubiertas por aguas marinas y empleando habitualmente como referencia un punto situado en el nivel medio del mar, la topografía se ocupa medir relieves emergidos, pero emplean técnicas bastante similares.

Garantizar una navegación segura

La finalidad primordial de las batimetrías es garantizar una navegación segura, proporcionando una cartografía detallada de la naturaleza de los fondos y del relieve submarino que destaque zonas accidentadas y peligrosas para las embarcaciones. Este objetivo es evidente en el acceso a puertos o zonas resguardadas del oleaje y del viento cerca de costa, donde la profundidad es más reducida que en mar abierto, pero también en zonas de mar abierto donde existen bajos en los que los barcos corren riesgo de encallar o quedar varados. Asimismo, son de gran utilidad para acciones de salvamento marítimo y socorrismo.

Además de facilitar la navegación, las batimetrías o, en sentido más amplio, la cartografía marina, sirve para diseñar, construir y vigilar emisarios de aguas residuales, conducciones submarinas, cables eléctricos o de comunicaciones, puertos y obras de ingeniería civil; además, puede también resultar útil para otro tipo de actividades socioeconómicas y de carácter deportivo como la pesca, el marisqueo o surf o el buceo.

fondo marino la concha

De la pértiga a la sonda multihaz

Fundamentalmente requiere dos elementos principales: un sistema de posicionamiento en el plano de la superficie terrestre (las coordenadas en el plano horizontal, el posicionamiento que nos proporciona un GPS hoy en día) y un sistema para medir la distancia desde un punto de referencia hasta el fondo (la coordenada vertical nos permite medir la profundidad o cota como se conoce en el argot topográfico).

En la actualidad los sistemas de posicionamiento GPS están completamente estandarizados y extendidos. Sin embargo, hasta hace relativamente pocos años, conocer con exactitud la posición de un barco que estaba realizando un levantamiento batimétrico requería instrumental de enorme complejidad y elevado coste, además de un sofisticado conocimiento astronómico y matemático.

Antiguamente, los métodos más habituales para medir la profundidad eran la pértiga y la sonda. La sonda consiste en una plomada que usa un cabo sobre el que se señala con marcas tramos con longitudes equivalentes (brazas, metros, por ejemplo). Del cabo cuelga un peso que asegura que el sistema baja en vertical o a plomo, hasta que se percibe que toca fondo.

Desde hace años cualquier embarcación cuenta con sondas electrónicas que emiten un pulso o señal acústica. En función del tiempo trascurrido entre la emisión y la recepción del eco producido al rebotar la señal contra el fondo y conociendo la velocidad de trasmisión de la onda por el agua, es posible calcular sencillamente la distancia.

En los trabajos de levantamientos batimétricos se emplean sistemas de sonda multihaz, que envían un haz o abanico de señales con muy alta densidad y que permiten cubrir mucho más rápidamente la superficie a cartografiar a partir de datos reales. Además, todo el sistema está fuertemente informatizado, lo que facilita la toma de datos de posición en planta (coordenadas x,y o latitud-longitud) y de profundidad de manera prácticamente continua.

Representar las batimetrías

Para representar las batimetrías se emplean sistemas similares a los que se usan para las topografías, es decir, mapas, que en este ámbito se suelen llamar cartas náuticas, cartas batimétricas o, sencillamente, cartas. Las más antiguas son admiradas por su alto valor histórico y su atractivo estético. Hasta hace pocas décadas, la navegación se efectuaba basándose en estos mapas que representaban la ubicación de elementos singulares del litoral (cumbres, faros, bahías, localidades, iglesias, castillos, etc.) y en la experiencia y conocimiento de los marinos, que podían orientarse combinando estas cartas con conocimientos geométricos básicos .

En la actualidad, las cartas náuticas muestran las líneas de nivel o líneas de igual profundidad y, además, puntos o sondas donde se señala la profundidad y, casi siempre, el tipo de fondo (roca, gravas, arena o fango).

Cierto es que, al igual que en la cartografía terrestre, cada vez se utilizan más navegadores y sistemas de representación digital. Sin embargo, es aún bastante frecuente el uso de cartas en soporte de papel; tanto en embarcaciones pequeñas, deportivas o de ocio en las que se navega sin dispositivos electrónicos, como en embarcaciones de mayor envergadura que recurren a este formato en situaciones de emergencia o de fallo eléctrico que imposibilite el uso de cartas electrónicas.

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