[EATrends] Cultivando la resiliencia: cómo se prepara la alimentación frente al cambio climático
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SONIA RIESCO, investigadora del área de Innovación
En un mundo marcado por la incertidumbre y el cambio constante, anticiparse se ha convertido en una necesidad estratégica. Para las empresas del sector alimentario, identificar hacia dónde evolucionan la sociedad, la ciencia y la tecnología es clave para no quedarse atrás. En este contexto nacen las EATrends de AZTI: una guía que conecta personas consumidoras, compañías y conocimiento científico-tecnológico, ofreciendo señales claras de hacia dónde se dirige la alimentación del futuro. Una guía que ofrece claves para entender un sector en continuo cambio, pistas sobre comportamientos sociales emergentes y ejemplos de soluciones reales que ya están marcando el rumbo.
Aquí comienza una serie de ocho artículos sobre los principales ejes de cambio que están marcando el camino de la industria alimentaria. ¿Quieres saber más? Conoce el informe completo de EATrends aquí.
Índice de contenidos
El reto: alimentarse en tiempos de cambio (climático)
El suelo que nos alimenta y el océano que nos nutre están cambiando a un ritmo acelerado. El aumento de las temperaturas, la acidificación marina o los fenómenos meteorológicos extremos están poniendo a prueba la estabilidad de los sistemas alimentarios en todo el planeta. Las consecuencias no son menores: afectan a los ecosistemas, al comercio global, a la economía y, en última instancia, a nuestra forma de producir y consumir alimentos.
La pregunta ya no es si el cambio climático impactará en nuestra alimentación, sino cómo nos preparamos para resistirlo. Y aquí surge el concepto clave: resiliencia.
¿Qué significa un sistema alimentario resiliente?
Hablamos de sistemas capaces de mantener su funcionalidad y sostenibilidad, incluso bajo presión. Que sepan adaptarse y recuperarse de los impactos del cambio climático, mientras contribuyen a mitigar sus efectos. La ciencia nos advierte de la urgencia: si logramos mantenernos en un escenario de bajas emisiones (1,5-2 ºC de aumento de temperatura), la biomasa marina se reducirá en torno a un 10% para finales de siglo. Pero si superamos los 3-4 ºC, esa reducción puede llegar al 30%.
La diferencia entre un escenario y otro no es solo numérica: implica millones de toneladas de alimentos, puestos de trabajo, comunidades enteras y la salud de los ecosistemas.
Innovación en marcha: la cocina de la I+D+i
La buena noticia es que la ciencia y la innovación están trabajando a contrarreloj para construir esa resiliencia. En la cocina de la I+D+i ya se están desarrollando soluciones como:
- Cultivos más resistentes a sequías o inundaciones.
- Biosoluciones agrícolas que reducen la dependencia de químicos.
- Exploración de las algas como alternativa nutritiva y sostenible.
- Agricultura regenerativa, que no solo produce alimentos, sino que mejora la salud del suelo y capta carbono.
- Adaptación de la pesca y la acuicultura, para mantener la productividad sin comprometer el ecosistema.
El papel de la sociedad y las empresas
La transición hacia sistemas resilientes no se construye solo en los laboratorios. Cada vez más consumidores demandan alimentos sostenibles y responsables, y las empresas responden con prácticas regenerativas, eficiencia en el uso de recursos y diversificación de cultivos. En definitiva, un nuevo contrato social con la alimentación, que busca equilibrar la salud de las personas, la viabilidad de las comunidades locales y la protección del planeta.
¿Quieres conocer a fondo las EATrends?
