¿Qué lecciones aprendimos de la catástrofe del Prestige?
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ADOLFO URIARTE. Experto en oceanografía operacional. AZTI
Hoy, 13 de noviembre, se cumplen 18 años de una de las mayores catástrofes ecológicas marinas sufridas en Europa: el hundimiento del Prestige. El litoral vasco también sufrió las consecuencias de la marea negra ocasionada por el petrolero monocasco. No obstante, el margen de tiempo que se tuvo para afrontar el desastre, la acertada decisión de capturar el fuel en la mar antes de que llegara a la costa, unidas a la movilización de los arrantzales, consiguieron paliar en parte los efectos del desastre. Aun así, las pérdidas ecológicas y económicas fueron importantes.

¿Qué queda 18 años después?
La catástrofe del Prestige, el primer accidente de estas dimensiones al que nos enfrentábamos, supuso un importante esfuerzo en inversión, desarrollo e innovación. Acuciados por la gravedad de la situación, diversos centros de investigación desarrollaron y mejoraron técnicas de química analítica y oceanografía operacional para identificar el perfil químico único del hidrocarburo que podía llegar a la costa y conocer su origen, para simular la deriva del vertido y para optimizar métodos de captura del mismo en alta mar. AZTI diseñó equipos para la recogida y aplicó diversos modelos de simulación de derivas que permitieron anticiparse a su llegada a costa y dirigir los esfuerzos a la recogida en la mar. Esto permitió la recogida de ingentes cantidades de hidrocarburo en el mar, nunca antes alcanzada con buques no especializados: sólo en el País Vasco, a unos 1.000 km del lugar del vertido, los pesqueros recogieron cerca de 21.000 t de residuos. Las técnicas y métodos desarrollados entonces han continuado mejorándose y son los utilizados hoy en día para hacer frente y minimizar el impacto de otro gran problema de nuestros mares: la presencia de basuras y plásticos.