RAÚL PRELLEZO y MARGA ANDRÉS (Gestión Pesquera Sostenible)

ANA BARANDA y SOFÍA ROCA (Nuevos Alimentos)

JAIME PÉREZ (AZTI Data Ecosystem)

MARINA SANTURTÚN (directora de Mercado de Océanos Sostenibles)

La merluza es un alimento habitual en los hogares vascos. En 2024, en Euskadi se consumieron 4.070 toneladas de merluza fresca, por un valor total de 46 millones de euros. No obstante, este es el nivel de consumo más bajo registrado desde 1999. Según datos del Observatorio de datos de consumo en el hogar de AZTI, el consumo alcanzó un máximo de 10.500 toneladas en 2009, pero desde entonces ha disminuido de manera constante hasta llegar al mínimo actual en 2024.

Los precios pagados por las personas consumidoras vascas han seguido una tendencia casi constante al alza, pasando de 6,7 €/kg en 1999 a 11,3 €/kg en 2024. En contraste, los precios recibidos por nuestros arrantzales no han mostrado la misma regularidad. Entre 2018 y 2024, la pesca promedio de nuestros arrantzales fue de 3.550 toneladas; sin embargo, en 2023 si bien las capturas fueron un 40% menores que en 2018, el precio en primera venta solo creció un 17%.

Sin considerar los márgenes aplicados por minoristas y mayoristas dentro de una cadena de valor compleja, es pertinente analizar si la afirmación “los pescadores son quienes obtienen menores ingresos” resulta válida y bajo qué circunstancias. La evidencia preliminar sugiere que esta afirmación es cierta, lo cual puede explicarse a continuación:

Los datos evidencian que la diferencia entre el precio en primera venta y el precio al consumidor no sigue una evolución monótona, sino que presenta fluctuaciones con picos y valles durante el periodo 1998-2024. No obstante, se observa una tendencia general levemente ascendente. Específicamente, el precio abonado por las personas consumidoras de Euskadi fue, en promedio entre 2018 y 2024, 2.61 veces superior al precio recibido por los arrantzales en la primera venta.

La diferencia entre ambos precios está determinada principalmente por el precio de primera venta; a menor precio de origen, mayor será la diferencia entre ambos valores, mientras que, al incrementarse el precio de primera venta, dicha variación se reduce. Adicionalmente, el nivel de consumo de merluza influye en esta diferencia; cuando el consumo disminuye, la disparidad entre los precios tiende a incrementarse.

Esto indica que existen elevados costes fijos en la cadena de comercialización, lo cual exige ingresos relativamente constantes en términos absolutos. Hasta hace no tanto, este hecho permitía explicar las fluctuaciones y tendencias observadas en la diferencia entre ambos precios. No obstante, esta explicación no necesariamente será válida en el futuro. En 2024, el consumo de merluza fresca ha alcanzado mínimos históricos, mientras que el precio en primera venta ha aumentado un 25% y la diferencia entre ambos precios ¡se hareducido!, disminuyendo así los márgenes operativos para los comercializadores. Estos factores indican que el cambio proviene principalmente de las tendencias de consumo de la merluza, y posiblemente de otros pescados frescos. Por lo tanto, si bien es correcta la afirmación de “los que menos ganamos somos los pescadores”, también es relevante señalar que la reducción de márgenes operativos tiene un límite, y que esta tendencia impactará tanto a arrantzales como a comercializadores. Resulta fundamental analizar las causas para definir estrategias más precisas que incentiven el consumo de merluza y pescado fresco en general, siendo especialmente valiosa para este fin la información proporcionada por el Observatorio de datos de consumo en el hogar de AZTI, que incluye aspectos sociodemográficos a considerar en esta necesidad de fomentar el consumo de esta especie de tanto arraigo en Euskadi.

Últimas noticias