percepción etiquetas ambientales

Las etiquetas ambientales son sistemas de etiquetado destinados a comunicar y comercializar las credenciales medioambientales de un producto.

Son una herramienta valiosa que puede permitir a los consumidores tomar decisiones más informadas sobre los productos que compran en función de su huella ambiental, ayudándoles a elegir opciones más acordes con su dieta y sus valores1.

En la actualidad se utilizan más de 450 etiquetas ambientales voluntarias en todo el mundo, y al menos 230 en Europa, entre las que se encuentran Marine Stewardship Council (MSC) y Rainforest Alliance.

El caso de éxito previo a las etiquetas ambientales es de las etiquetas nutricionales, cuyo estudio ha demostrado que pueden mejorar la toma de decisiones de los consumidores2, por ejemplo, haciendo más evidentes las opciones de alimentos más sanos.

Pero las etiquetas por sí solas no tienen el poder de impulsar los cambios necesarios en la población, ya que es poco probable que, por ejemplo, motiven a los consumidores a dejar de comer productos de origen animal o a elegir la variedad ecológica de un producto cuando al mismo tiempo es la opción más cara.

Por tanto, para que tenga un impacto positivo, el etiquetado ecológico debe formar parte de un paquete de intervenciones, que incluya un aumento de la disponibilidad de opciones más sostenibles y campañas de información pública sobre la necesidad de elegir opciones sostenibles.

De algunos estudios realizados se desprende que existe un amplio apoyo a un logotipo independiente, universal y basado en evidencias para los productos alimentarios sostenibles y a que la responsabilidad de validar las alegaciones ecológicas esté en manos de una parte independiente. Se trata, probablemente, de la mejor manera de combatir la avalancha de etiquetas ecológicas y de acabar con el greenwahsing, así como de capacitar a los consumidores para que tomen decisiones informadas sobre el impacto de su dieta en el medio ambiente.

He aquí algunos datos del estudio EIT Food TrustTracker 2023:

  • Existe un claro deseo por parte de los consumidores de estar mejor informados sobre la sostenibilidad de los productos alimentarios. Más de la mitad de los consumidores europeos (56%) cree que sabe demasiado poco sobre la sostenibilidad de sus alimentos.
  • Los consumidores que ya están concienciados con la salud y la sostenibilidad muestran un mayor deseo de estar mejor informados. A un 84% de los consumidores que eligen casi siempre o a menudo alimentos sostenibles les gustaría saber más sobre las credenciales medioambientales de los alimentos que compran. Esta cifra es muy superior al 39% de los consumidores que nunca o casi nunca eligen alimentos sostenibles.
  • La información de que disponen actualmente los consumidores es insuficiente.  Se preguntó a los consumidores cómo se sentirían si se introdujera una etiqueta universal, pero una de las razones por las que alrededor de un tercio (32%) de los consumidores no la utilizaría era porque “otra etiqueta más” les dificultaría la identificación de los productos sostenibles. Existe una relación entre el nivel de educación y el grado en que los consumidores perciben que reciben información contradictoria. Cuanto mayor es el nivel educativo, más conflictos se experimentan. Entre quienes tienen un nivel educativo básico (estudios primarios), algo menos de la mitad (48%) afirma experimentar información contradictoria, frente al 60% de quienes tienen un título universitario y el 62% de quienes tienen un título posdoctoral.
  • A menudo no se confía en las etiquetas. La confianza es una condición importante para que las etiquetas sean eficaces. Pero los consumidores no confían en la integridad de las etiquetas ambientales. Cuatro de cada diez consumidores consideran que las etiquetas de sostenibilidad no son de fiar. Parte de esta falta de confianza se debe a la ausencia de disposiciones que permitan a los consumidores validar las afirmaciones que ven en las etiquetas. Con esta falta de confianza, no es de extrañar que a casi dos tercios les resulte difícil entender hasta qué punto es sostenible un determinado producto alimentario (62%). Los consumidores más jóvenes, menores de 35 años, dicen tener menos dificultades (55%) que los mayores de 65.
  • Aun así, se confía en las etiquetas de sostenibilidad. Las etiquetas son importantes señales de sostenibilidad para los consumidores. Casi la mitad de los consumidores (47%) afirma utilizar actualmente las etiquetas de sostenibilidad. Este porcentaje es mayor entre los consumidores que ya tienden a elegir opciones alimentarias sanas y sostenibles (63% y 55% respectivamente). Cabe destacar que, cuanto mayor es el nivel de estudios, más se fijan los consumidores en las etiquetas de sostenibilidad; sólo una cuarta parte (25%) de los consumidores con estudios secundarios o inferiores se fijan en las etiquetas, frente a más de la mitad (51%) de los consumidores con estudios superiores. Una proporción similar de consumidores (46%) se fija en la lista de ingredientes del producto, mientras que el 42% se fija en dónde se fabrica un producto para evaluar sus credenciales de sostenibilidad.  Menos de una quinta parte (18%) afirma basarse en sus propios conocimientos para juzgar la sostenibilidad de un producto.
  • Los gobiernos deben trabajar para mejorar su percepción de confianza. Menos de la mitad de los consumidores europeos (41%) cree que su gobierno es capaz de validar y regular las certificaciones de sostenibilidad en los envases de los alimentos.
  • Una etiqueta europea de sostenibilidad sería bien recibida. La mayoría de los consumidores europeos (67 %) afirman que es probable que utilicen una etiqueta internacional de sostenibilidad a la hora de elegir alimentos. Los consumidores pueden imaginarse a sí mismos utilizando una etiqueta internacional de sostenibilidad para poder diferenciar entre distintas categorías de alimentos, por ejemplo, para decidir si compran carne picada o compran lentejas en su lugar como sustituto de la carne (71%), y para comprender las diferencias entre distintas marcas o tipos de productos (por ejemplo, utilizar carne de cerdo ecológica o de granja o convencional) (84%). Por lo tanto, una etiqueta internacional facilitaría la comparación entre categorías de alimentos, productos alimentarios y marcas de alimentos, algo que hasta ahora se considera difícil.

El informe completo está disponible aquí: https://www.eitfood.eu/eco-labelling