ITZIAR TUEROS. Experta en alimentación y salud. AZTI

El pasado 4 de febrero se celebraba el Día Internacional contra el cáncer, un importante problema de salud pública a nivel mundial por su elevada incidencia y mortalidad. En concreto, en Euskadi, según datos del EUSTAT, en 2016 por primera vez, los tumores fueron la principal causa de mortalidad tanto en mujeres como en hombres.

Considerando el envejecimiento de nuestra población, esta situación no es de extrañar. Efectivamente, el cáncer es una enfermedad asociada a la vida, y, por tanto, el riesgo de padecer cáncer aumenta con la edad (Figura 1). Según el informe anual 2018 editado por la Sociedad Española de Oncología Médica, uno de cada dos hombres y casi una de cada tres mujeres tendrá cáncer a lo largo de su vida.

Figura 1: probabilidad de desarrollar cáncer en España según la edad para hombres y mujeres. Fuente: Informe anual 2018 de la Sociedad de Oncología Médica (SEOM).

El cáncer, o los cánceres, son un conjunto de enfermedades causados por mutaciones en el ADN inducidas por diferentes factores. Entre los factores de riesgo definidos según estudios epidemiológicos, se encuentran los factores ambientales como la alimentación, el sedentarismo, el tabaco, el alcohol, la exposición a agentes físicos (como la radiación solar), a agentes químicos (como el amianto) o biológicos (como el virus del papiloma humano) y los hereditarios (mutaciones genéticas hereditarias). Sin embargo, un nuevo estudio publicado en 2017 en la revista Science por los investigadores C. Tomasetti y B. Vogelstein de la Universidad Johns Hopkins de Baltimore (1,2), sugiere que el azar es un factor más a tener en cuenta además de los mencionados previamente. Este estudio, que analiza datos de 69 países y 17 tipos de tumores mediante modelos matemáticos, concluye que el 66% de los cánceres se deben a la mala suerte o al azar, es decir, a errores aleatorios que se producen durante la replicación del ADN; 29% se atribuye a factores externos como el estilo de vida y el 5% restante a la herencia. Estas proporciones varían según el tipo de cáncer.

En la figura 2 se representan el peso que tienen los factores ambientales (círculo gris), hereditarios (H azul) y los debidos a errores en la replicación (círculo amarillo). En el cáncer de pulmón (Figura 2B) el factor ambiental (como el tabaco) es el que tiene más peso, siendo este tipo de cáncer prevenible en un 89% de los casos. Por el contrario, en el cáncer de próstata (Figura 2D), los factores ambientales no juegan un papel relevante, el factor hereditario es bajo (un 5-9% de los casos), por tanto, es un tipo de tumor difícilmente prevenible y muy asociado al azar, cuyo riesgo aumenta con la edad.

¿Este hallazgo implica que debemos olvidarnos de la prevención? La respuesta es no. Aunque el azar tiene un peso importante como factor de riesgo en la aparición del cáncer, está en nuestra mano minimizar el riesgo cuidando factores ambientales como nuestro estilo de vida. Tenemos que animar a la sociedad a evitar tanto los agentes ambientales como los estilos de vida que aumentan el riesgo de desarrollar mutaciones en el cáncer.

Desde AZTI trabajamos en el diseño de alimentos con perfiles nutricionales saludables que se transfieren a la industria alimentaria para que finalmente lleguen al consumidor y puedan integrarse dentro de unos hábitos de vida saludables. Es importante tener en cuenta que no debemos considerar los beneficios de alimentos aislados, sino el patrón de dieta y el conjunto de hábitos de cada persona.

Bibliografía:

  1. Tomasetti C, Li L, Vogelstein B. Stem cell divisions, somatic mutations, cancer etiology, and cancer prevention. Science. 2017;355(6331):1330-4.
  2. Tomasetti C, Vogelstein B. Cancer etiology. Variation in cancer risk among tissues can be explained by the number of stem cell divisions. Science. 2015;347(6217):78-81.

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